Uno de mis principales entretenimientos (sobre todo de pibe, aunque hace tiempo que ya no, pero lo echo de menos...) ya no es cosa de idiotas.
La afición a los videojuegos no nos hace bichos raro, titula en un estudio que por casualidad (y siendo viejo del 2005) ha caido en mis mano (teclas...) de la Universidad Europea de Madrid.
Este artículo muestra un poco de bendición médica a "mi terrible enfermedad". Ya es casi como el ajedrez... bueno, casi...
La verdad es que de tanto jugar al Ttetris y al Duke Nukem 3D (durante una época) me veía conduciendo mi coche y mirando por los reflejos de otros coches en la vía para o por debajo de los coches aparcados en la acera, para ver si venían cuando no tenía visibilidad directa... y de tanto jugar al PC Futbol, me creía el rey del banquillo...
Al parecer, un grupo de investigadores estadounidenses ha comprobado que engancharse al Quake y derivados mejora la capacidad de atención visual. No me sorprende.
Pero, a que es curioso como las generaciones pre-informáticas relacionan el gusto por los videojuegos con la infancia o la debilidad mental.
Contrariamente a la opinión generalizada, que piensa que los videojuegos son perjudiciales, el estudio ofrece una conclusión clara: los videojuegos aumentan la sociabilidad de los jugadores y potencian sus habilidades.
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